sábado, 8 de octubre de 2011

Ébola

El Ébola produce en las personas infectadas una aparición repentina de elevada temperatura corporal (fiebre), acompañada de debilidad, dolor muscular, dolor de cabeza y sequedad de garganta. Algo parecido a la malaria, pero a esta primera fase le siguen vómitos, diarrea, deshidratación, y disfunciones en el hígado y los riñones que dan paso a hemorragias internas y externas que pueden acarrear la muerte del paciente. Parece que el virus se instala en el hígado destrozando por completo el órgano. No hay tratamiento, excepto contrarrestar la deshidratación y la pérdida de sangre.

Los virus Ébola y Marburgo, junto con otros agentes patógenos potencialmente capaces de producir epidemias incontroladas como el ántrax, el hantavirus, o el virus de viruela, reciben la calificación más alta, el nivel 4, en los protocolos de control y prevención de las enfermedades. Estos virus se almacenan en laboratorios con las máximas condiciones de seguridad. Sin embargo, el control de estas cepas experimentales no es perfecto y podría ser violado con intereses terroristas o militares, según ha alertado recientemente el biofísico Steven Block en la revista American Scientist.



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